Patricia Vildósola E.
Revista del Campo, lunes 05 abril de 2021.
Hoy, la zona del valle central de la Región del Biobío tiene un potencial muy alto para la cereza. Esto porque en esas áreas se dan las condiciones —de temperatura, horas frío, niveles de humedad y acceso al agua en el momento indiciado— necesarios para que el cultivo se dé de manera óptima, con las variedades que hasta ahora se vienen trabajando.
Sin embargo, para el 2030 las cosas habrán variado radicalmente. El cambio climático habrá aumentado los días con altas temperaturas y disminuido las horas-frío y, con ello, modificado de manera importante las aptitudes productivas en las distintas zonas. Así lo demostraron los investigadores del Ciren —Centro de Informaciones de Recursos Naturales del Ministerio de Agricultura—, a través de un estudio que incluyó levantamientos matemáticos para dimensionar factores como la evolución del clima y las condiciones del suelo, pero que además consideró análisis económicos y comerciales, para así ayudar en la toma de decisiones cuando de se requiera invertir ya sea en nuevas producciones en el recambio de las actuales.
“El cambio climático siempre se plantea como una amenaza, pero esto permite ir adaptándose y reconocer que también hay una oportunidad. Este es un tema crítico porque el costo de reconversión es muy alto, por lo que en la medida en que se pueden ir reduciendo las incertidumbres, se pueden tomar decisiones con mayor confianza y reducir el riesgo. Aquí el objetivo no fue solo verlo en términos climáticos, sino también qué especies tienen una proyección sustentable”, indica Daniela González, gerenta de gestión estratégica, producción y desarrollo del Ciren.
Horacio Merlet, jefe de la unidad de Agroclima de Ciren, explica que lo que se hizo es unir la información con que cuentan en términos de disponibilidad de agua, características del suelo y otras similares, con lo que indican los expertos en clima, como Agrimed, de la U de Chile. “Ellos hicieron las proyecciones climáticas y evaluaron cómo podría influir en el comportamiento de las especies cultivadas el cambio climático y cómo eso se ve influenciado por las características del suelo. Con eso se generó información que es accesible a los productores para que puedan tomar sus decisiones”.
Lo positivo, dice el experto, es que el impacto “no es dramático, al menos no en los términos en que muchas veces se plantea. Esto porque un aumento de las temperaturas puede llevar a que muchas especies produzcan mejor, salvo las que requieren más frío. Pero se ve que la producción agrícola en esos cultivos en general va a mejorar”.
Y si bien el proyecto se levantó para el Biobío, “genera experiencia suficiente para replicarlo en las demás regiones agrícolas que también verán modificadas sus condiciones climáticas y requerirán de información que oriente las decisiones que permitan adaptar los cultivos al nuevo escenario de aptitud que se presente en su territorio”, enfatiza Daniela González.
“Lo positivo es que el estudio permite proyectar cuál va a ser la nueva cancha e ir trabajando en atenuar y mitigar los efectos y que Chile siga manteniendo su potencial productivo. Esa es la buena noticia, que Chile no va a perder sus condiciones, sino que hay que ir adecuándose y esto ayuda a hacerlo”, agrega la especialista.
QUÉ OCURRIRÁ CON LA CEREZA
El estudio señala que en el Bio-bío “el aumento de temperaturas máximas tendrá como consecuencia el incremento en la demanda hídrica de los cultivos, como también se verán aumentadas las demandas de evapotranspiración de las plantas, presionando así al alza los requerimientos de riego, en especial de los frutales”.
Otro impacto será el aumento de las temperaturas mínimas, las que sumadas a la consiguiente disminución del número de horas-frío, podría impactar a las especies que requieren de acumulación de frío en invierno, y luego calor para el desarrollo y correcta maduración de la fruta. En el caso de la zona del valle central de la región, la menor cantidad de horas-frío y el alza de días con más de 30° C , impactará la fructificación y el estrés térmico especialmente en las comunas de Florida, Cabrero, Yumbel, San Rosendo, Santa Juana, Laja, Los Ángeles, Nacimiento y Negrete.
A las horas-frío y alza en días con más de 30° C se suma la presencia de heladas en comunas de Alto Bio-bío, Antuco, Mulchén, Quilaco, Quilleco, Santa Bárbara, Tucapel. Y, por último, días grado y horas-frío para el valle central de la comuna de Hualqui. Para la zona de secano interior, los factores limitantes a la productividad son las horas-frío y déficit hídrico, principalmente en las comunas de Tomé, Penco, Concepción, Nacimiento, Chiguayante, Coronel, San Pedro de la Paz, Los Álamos, Contulmo, Cañete, Tirúa, Talcahuano, Lota, Arauco, Santa Juana, Curanilahue y Lebu.
Para la zona de litoral, por su parte, se presentan como limitantes la cantidad de horas-frío, la suma térmica o días grados y déficit hídrico, principalmente para las comunas de Tomé, Penco, Talcahuano, Hualpén, San Pedro de la Paz, Coronel, Lota, Arauco, Lebu, Los Álamos, Cañete y Tirúa.
La buena noticia es que ya existen en el mercado variedades que producen en estas condiciones climáticas, y para los huertos ya establecidos está la opción de utilizar productos compensadores del frío.
ARÁNDANOS, NOGALES Y VIDES
Actualmente en el Biobío hay cerca de 2 mil hectáreas con arándanos. De acuerdo al estudio, en la actualidad la zona con muy alto y alto potencial para el cultivo cubre prácticamente toda la región (ver mapa). Sin embargo, la situación cambiaría de manera importante de aquí al 2030, producto de las alzas de temperaturas máximas y mínimas. Otros riesgos asociados para la especie, producto de lo mismo, son el aumento de enfermedades, por una mayor presencia de patógenos, y los golpes de sol. La recomendación del estudio, para esta especie y para el frambueso, es de considerar variedades que no se impacten con estas nuevas condiciones y contemplar la inclusión de tecnologías, como mallas y productos químicos.
Para el nogal, especie con interesantes posibilidades en la región, que pierde horas-frío en las zonas costeras —que puede compensar con soluciones tecnológicas—, mejora la condición de heladas.
En la actualidad, las vides viníferas tienen un alto potencial en la región, pero el alza de temperaturas invernales podría amenazar la especie, aunque, dice el informe, al igual que en el nogal, puede ser compensado con el uso de reguladores sintéticos, “logrando incluso producciones iguales o mejores que las actuales, aun en zonas costeras”.
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LAS ESPECIES
El estudio, que se encuentra en www.ciren.cl, consideró frambuesa, cerezo, avellano europeo, vid, frutilla, manzano, nogal, arándano, espárrago, papa, tomate, poroto verde, grupo arveja/haba, lechuga, brócoli, quínoa.
Los resultados del estudio incluyen además cartillas con información edafoclimática para el cultivo de la especie determinada y una proyección actual y hacia el 2030 incluyendo variables climáticas. Además, se incorpora un análisis económico para la producción con y sin impacto del cambio climático.